Los muertos no cuentan cuentos: genocidio en el Mediterráneo

No, no es una película. Está pasando. Lleva pasando mucho tiempo y no se hace nada para remediarlo. Miles de hombres, mujeres y niños no podrán volver a oír o a contar un cuento a su familia, porque sus voces se han ahogado en lo más profundo del Mediterráneo.

Cuerpos de personas provenientes de Libia que perdieron la vida a bordo de un bote en el Mediterráneo, el 5 de octubre. / Foto Aris Messinis (AFP)

Cuerpos de personas provenientes de Libia que perdieron la vida a bordo de un bote en el Mediterráneo, el 5 de octubre. / Foto Aris Messinis (AFP)

Tampoco es una metáfora, la Organización Internacional de Migraciones (OIM) confirmó que durante el año pasado, en 2015, murieron 3.771 personas intentando cruzar el Mediterráneo. Datos que en 2016, según confirma ACNUR, casi se superan sin haber acabado aún el año: más de 3.600 personas han muerto o desaparecido intentando huir de la pobreza, de la guerra y de la violencia de sus hogares y países de origen, aunque se estima que las cifras pueden ser mucho más altas. Estos datos, sumados a los de años anteriores, concluyen (aunque por desgracia no terminan) en la escalofriante cifra de 32.596 muertes certificadas desde el año 2000.

Más de un millón de personas pudieron cruzar el mar durante el 2015, cifra a la que se le suman las más de 300 mil personas que lo han conseguido a lo largo de estos meses del 2016. Aunque las cifras de llegada (que no de fallecidos) han disminuido, lo que no se puede negar es que el movimiento migratorio sigue su curso, a la desesperada, con miles de personas inmersas en un intento de sobrevivir y manteniendo durante meses su vida en un constante equilibrio muy frágil y fácil de romper.

Tal y como recoge Eldiario.es en  su último proyecto «El gran fracaso«, la ruta hacia Sicilia (una de las pocas puertas por las que todavía es posible entrar a la Unión Europea para pedir protección internacional), solo en este año contiene las historias de 131.860 personas. A dicha cifra se le suman las historias de más de 10.600 vidas rescatadas solo en este mes de octubre.

El 19 de julio de 2015 el Dignity de MSF rescató a 129 personas, la mayoría de Nigeria. Una de las primeras cosas que hacen los rescatados es dar gracias a su Dios por estar a salvo. | Foto: Anna Surinyach/MSF.

Una de las primeras cosas que hacen los rescatados es dar gracias a su Dios por estar a salvo. | Foto: Anna Surinyach/MSF.

Y en medio del mar y de una situación demoledora de pérdidas de vidas humanas, actúan los equipos de búsqueda y rescate de diferentes ONG. Entre ellas está Médicos Sin Fronteras (MSF) a bordo de tres barcos, el Bourbon Argos, el Dignity I y el Aquarios (este último gestionado en colaboración con SOS Mediterranée). Los tres estuvieron trabajando contrarreloj hace apenas una semana y rescatando, en menos de siete horas, a casi 2.000 hombres, mujeres y niños que viajaban en 11 botes diferentes en circunstancias dramáticas: aterrorizados y con quemaduras causadas por el combustible. Algunos de ellos tuvieron que ser evacuados inmediatamente para ser atendidos en Italia, aunque por desgracia una de las mujeres, embarazada, murió antes de poder ser trasladada a tierra firme.

Migrantes llegan a 12 millas náuticas de la costa de Libia, el 4 de octubre / Foto: Aris Messinis (AFP)

Migrantes a 12 millas náuticas de la costa de Libia. Solo el 4 de octubre. 1.800 personas han sido rescatadas cerca de la costa líbia / Foto: Aris Messinis (AFP)

El hecho de que en 2016, tras tantas muertes, tras tanto fracaso, estas personas no tengan otra opción que emprender este viaje, generalmente mortal, es inaceptable. Nadie que piense que está a salvo en tierra firme se atrevería a poner en peligro su vida y la de sus hijos adentrándose en medio del mar.

Eldiario.es subtitula El gran fracaso como «2016, el año en el que la política no subo responder a la mayor crisis humanitaria tras la II Guerra Mundial«, y en él recoge diferentes historias para retratar una de las realidades más duras de la actualidad. Una de esas historias es la de una joven nigeriana que, en el momento de la entrevista, se mantiene atenta a los coches que pasan por la calle de Sicilia en la que se prostituye.

Esta es otra de las realidades de esta crisis humanitaria: el 80% de las mujeres nigerianas que entraron en Italia durante la primera mitad de este año han sido y son víctimas de la trata y de le explotación sexual, según publicó la OIM el pasado agosto.

Una realidad entre tantas otras, una historia más que lo que nos viene a decir es que el  viaje no acaba por haber llegado a tierra, solo continua, y en muchos casos la pesadilla también lo hace. Aunque ellos se alegran de estar vivos, muchas veces con remordimientos por aquellos que perecieron en el camino y que tuvieron que dejar atrás.

Un hombre es rescatado por un miembro de la ONG Proactiva Open Arms, a 20 millas náuticas de la costa de Libia, el 3 de octubre / Foto: Aris Messinis (AFP)

Un hombre es rescatado por un miembro de la ONG Proactiva Open Arms, a 20 millas náuticas de la costa de Libia, el 3 de octubre / Foto: Aris Messinis (AFP)

Muchas personas no consiguen llegar jamás a tierra, perecen en el mar y, aunque las operaciones de búsqueda y rescate como las de MSF son esenciales para salvar vidas, la única forma de detener realmente estas muertes es proporcionar vías seguras y legales a esta mortal y peligrosa travesía.

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